-Y por qué no me lo dijeron?
Mamá curiosamente había pasado más tiempo del necesario en el centro comercial y otro tanto sentada en el coche, tal vez luego me reiría de lo infantil que es por no enfrentarse a su hija pero por ahora yo estaba hecha una furia y quería respuestas no ponerme a reírme.
-No lo sé Leyla, -dijo con un poco de sarcasmo y molestia en su voz- ¿tal vez porque no quería que rompieras mi jarrón veneciano?
Era cierto que a veces me preguntaba si la cabeza de mamá solo estaba rellena de aire y un pequeño directorio de tiendas y spas pero no me quedaban dudas.
-¡¿Qué?! me engañaron, nos mudamos mañana y ustedes no pensaban decírmelo, cuando iban a hacerlo, cuando estuviéramos en el aeropuerto? –la manzana que hace unos cuantos instantes me estaba comiendo estaba siendo cruelmente triturada por mis manos cerradas en puños.
-Alexandra ya lo sabía, por eso le pedimos que te lo dijera. Y estas tirando jugo de manzana sobre la alfombra. –ignore lo último y continúe.
-No, le dijeron esta mañana que lo hiciera, la obligaron a no decirme nada hasta hoy, es que… a veces pienso que me hacen a un lado como si no fuera parte de esta familia y estoy harta de que sea así.
-Leyla no seas melodramática, y ya ponte a hacer tus maletas que me siento muy estresada. –los ojos hinchados de mamá y las arrugas en su frente me hicieron saber que no mentía.
-Ves, de esto es de lo que te estoy hablando, pareciera como si no importara.
-Como si no importarás –estalló mi madre, di un paso atrás sorprendida por su reacción. –Todo, absolutamente todo Leyla, lo hacemos pensando en ti. Sigo sin saber por qué eres tan desagradecida, con tu padre y conmigo. No tienes ni idea de cuánto dejamos atrás tu padre y yo por ti, de lo cuan dura ha sido nuestra vida desde que… -se interrumpió a mitad de frase reflexionando sobre lo que estaba diciendo -Leyla yo…
-No digas nada, no es como si no me lo hubiera esperado de ti –yo misma pude haber terminado su frase “lo cuan dura ha sido nuestra vida desde que…” desde que tu naciste. Eso era lo que quería decir.
-Tengo que ir por más cajas, cuando vuelva todas tus cosas tienen que estar aquí –dijo pasándose una mano por la frente, como si eso fuera a eliminar sus arrugas.
-No me voy a ir a ningún lado.
Y prácticamente esa había sido la única conversación “racional” que había tenido antes de mudarnos a Luis-(nauseas)-iana. Ahora Alexa conducía el Camaro rojo hasta el nuevo colegio al que nuestros padres nos habían inscrito. Había intentado muchas veces establecer una conversación conmigo pero me había negado rotundamente con miradas frías y un silencio amenazante, al final había comprendido que era mejor no agotar mi paciencia ya bastante escasa. El colegio se encontraba en medio de la ciudad, el tiempo aquí era horrible, las lluvias parecían ser el símbolo de la ciudad así que la escuela carecía de espacios al aire libre, deducí que tendrían que practicar algún deporte bajo techo, suerte por mí, tal vez tuvieran equipo de Voleibol. Tampoco me podía quejar mucho del uniforme:
Pero eso no significaba que de algún modo iba a gustarme estar aquí, no, iba a odiarlo hasta el último segundo que pasara en la ciudad.
Después de que Alex y yo recogiéramos nuestros horarios nos separamos para ir cada quien a su clase. Me deseo buena suerte y yo solo la ignore, sabía que hacía mal, ella no tenía la culpa de nada. Su mirada triste al despedirse de mi me provoco un nudo en el estomago. Pero a veces el orgullo es demasiado fuerte.
El profesor Benedict, mi nuevo profesor de Lengua tuvo la amabilidad de explicar que el compañero que me tocara sería mi compañero en todas las clases, pues este era un salón permanente, los chicos no se cambiaban de aula con el cambio de materia solo los profesores, punto menos para la escuela.
Y ahora estaba parada en frente de la clase mientras un pequño aparato ruidoso calentaba el salón, el señor Benedict me había sorprendido diciéndome que no era la única chica nueva y que me esperara para que ambos nos presentáramos ante la clase. Y claro todos estaban muy contentos de estar perdiendo clase pero ese no era mi caso. Mi hombro me pesaba donde tenía el bolso grande que había utilizado como mochila, los pies ya me empezaban a arder pero cualquier imbécil que me hubiera tocado como compañero aun no llegaba.
-Bien, señorita Stanley mejor váyase a sentar, no creo que su compañero de clase llegue hoy.
Varios suspiros resignados se escucharon cuando escuche que el profesor estaba escribiendo en la pizarra, no note la causa por la que pararon porque yo aun seguía caminando a mi asiento al final de la última fila hasta que el señor Benedict hablo.
-Señor Vulturi, que bueno que se digna a aparecer, tome asiento junto a la señorita Stanley.
Ignoré cualquier cosa que hubiera pasado, lo único que quería era sentarme y terminar este horrible día, -algo raro porque apenas empezaba- uno de todos los demás que me esperaban.
No me volví a ver a la persona que me había tocado, no me interesaba en lo absoluto quien era. Claro eso hasta que note que se trataba de un chico verdaderamente guapo, de cabello lacio y castaño, pálido, rasgos hermosísimos… era… Demonios, no puede ser cierto.
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Jo, Jo, Jo, jo jojo jojo
Jo, Jo, Jo, jo jojo jojo
No se ustedes pero me encanta concluir de esta manera un cap.
Este Capitulo fue hecho por LITA YAÑEZ :D
siguela!! hasta porfin publican me encanta
ResponderEliminarnoo!!! no la puedess cortarr ahiii! =)
ResponderEliminarsiguela prontoo por favorr!
un besoo
FER
ahhh
ResponderEliminarte odiooooo lita
weno literalmente hablandoo
porqueeeeeeeeeeeee
no me dejes con la duda
me voy a morir por comerme
mis uñas hasta q no qde nada
U.U
publica prontoo
siguela (:
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