Dos años después...
Louisiana, Estados Unidos
Octubre 18, 2005
-Stephan, ¿podrías darle dinero a Jessica para combustible? No se donde he dejado mi porta chequeras- Su voz dejaba de ser cansina, como lo recordaba hace algún tiempo.- Jessica Alexandra, baja ya, llegaras tarde a tu primer día.
-Espera un segundo, Madre.- Esa voz risueña no la olvidaría jamás, ni con Elena lo lograría.
-Courtney, vamos cariño, se nos hará tarde- Tan esperanzado como siempre, Stephan nunca dejaría de ser para mi lo que fue durante dieciséis años.- Alexa hay dinero en el comedor, saluda a Patrick de mi parte, hasta luego pequeña.
-Hasta luego,Papá. Nos vemos, Má-
Ambos, salieron de casa, yéndose en la exploret negra, aparcada en la acera del lugar. Courtney mantenía sus cabellos rubios, en un liso inigualable, sus ojos azules estaban destellantes, parecía haber vivido en una felicidad intocable durante toda su vida, y hasta parecía rejuvenecer con el tiempo, más allá de sus recientes treinta y ocho. Stephan no se quedaba atrás, su cabellera presentaba algunos rasgos canosos, pero nada de que preocuparse, la entrada en sus cuarenta se le veía con una felicidad inmune, sonreía como si la vida se le fuera en ello, mirando soñador a quien fuere su esposa. Fue así como los vi alejarse, estrujándome las entrañas, haciéndome querer llorar,
como si fuera posible.
La compuerta del garaje se abrió, mostrando un bello Mercedes Benz en color negro abrillantado. Con los vidrios polarizados arriba, pude verla aún así. Sus cabellos rubios un poco más largos, sus ojos azules a través de sus innecesarios lentes, su poco maquillaje dejaba a la vista una cicatriz a mitad de su pómulo izquierdo, y al igual que el matrimonio Stanley, Alexandra Stanley sonreía.
Eran tan felices, los envidiaba.
-¿Estás contenta? Solo logras hacerte daño, ya te dije que estaban bien- dijo él, a la vez que el auto se alejaba velozmente.
-Son libres, Alec- Su mirada me causo intriga, no sabía si era de asco, o tal vez de indiferencia o en tal defecto era causa del misterio.
-¿Por que lo haces?- Camine hasta la mitad de la calle, observando el pavimento sin el rayado aparente.
-¿El que?- Fruncí el ceño esperando una respuesta obvia, girando sobre mis pies hasta toparme con sus ojos color borgoña.
-Hacerme sentir el culpable de tu desgracia- No me inmute, lo esperaba desde hace un tiempo atrás, cuando deje que las cosas tomaran un rumbo cruel del cual luego me arrepentiria totalmente.- Tienes todo lo que pude haber tenido yo algún día, y aún así lo desaprovechas.
-Te sientes culpable por que quieres, no quiero tu lastima- desate la capa de mi cuello, dejando a la vista una vestimenta negra, y unos zapatos de tacón aguja, que seguramente dos años atrás los repudiaría.- Es lo que tu querías, no yo.
-¿Cuando llegaste a convertirte en esto?-
-Cuando me secuestraste a mi y a mi hermana, Alec.- Explote de un momento para otro.- Cuando me llevaste frente a Aro y todos los Vulturi, cuando me hicieron recordar lo que no debía, cuando me soltaron a sangre fría que era una adoptada de mierda, cuando mi familia me rechazo- Grite, aunque no lo suficiente-cuando me quede sola en este maldito mundo, fue ese el momento en que me convirtieron en esto, en algo como tú, y no te atrevas a a negarlo, eres un monstruo, tanto como tú, como yo.
No hubo replicas en su mirada, la arrogancia volvía a su iris color borgoña, dejando ver su lado más crudo e indiferente. Sus labios se volvieron en una fina y delgada linea de expresión, se saco su capa, y emprendió camino lejos de mi, a paso lento y descontinuo.
-No es como si tuviera sentimientos, Leyla.- Allí estaba su típica frase de "No es como si..." sacando su único lado de tacto sentimental. Era cierto, Alec Vulturi podría ser lo que quisiera, pero aún así tenia esa pizca debilidad llamada Sentimientos.
Camine tras él en una corta distancia perforada por el silencio y la humedad del lugar, no era el tiempo para quitarles la mascara de felicidad a los Stanley, de alguna manera, aún los sentía mi familia.
Volterra, Italia
Diciembre 1, 2005
Era divertido pasar las noches completamente despierta, ha pasado el tiempo tan lento como puede, y aún no logro acostumbrarme a ciertas cosas, tales como el estilo de vida, como acatar las ordenes de una persona que no soporto, y la masacre diaria en el castillo, es sencillamente repugnante.
La habitación cargada en caoba y un rojo carmesí era una replica exacta del resto de los interiores del castillo Vulturi. Los pomos de puertas y ventanas compartían el mismo material que las uniones de la cama innecesaria, además de los otros muebles dentro de la decoración, tenía razón, era una obsesión infinita a este material.
No es el mundo lo que eres cada día, es el mundo lo que pasa frente a ti y no haces nada por evitarlo. Paciencia, algo de lo que carecía, se ha vuelto mi mejor aliada, más allá de la esperanza de encontrar aquello que busco.
-¿Que es lo que le has hecho al enano?- Danielle se recostó en la cama, apoyada en sus brazos, sin darme cuenta de cuando había entrado.
-¿Que hizo esta vez? Empiezo a creer que la apariencia se le sube a la cabeza.- Gire mi vista a la puerta, no era necesario jurar haber visto algo, allí estaba.- Es de mala educación espiar a las personas, ¿no es así, Paul?
-Siento la intromisión, pero nuestro señor os ha mandado a llamar.- Paul tenía una voz gruesa, que se amoldaba a su cuerpo robusto y rostro serio.
-Hablaremos luego, Danielle.- Me propuse levantarme del balcón del cual estaba recostada, sin dejar de observar las facciones en el rostro de Paul, las cuales decían que las noticias no eran nada buenas.
-Ambas. Marcus a mandado a llamar a ambas.- Nombrando a Marcus la cosa se ponía un poco más delicada de lo habitual.
-¿Sabes a quien más a mandado a llamar?- Inquirió Danielle una vez en camino junto a Paul, al despacho de uno de los tres lideres Vulturi.
-Preferiría que te lo dijera él mismo, puede que arruine sus planes si meto mis narices.- Frunció el ceño hasta llegar frente a la puerta de madera pulida con pomos de oro (os dije, están obsesionados con ese bendito material)- Hasta aquí llego yo, suerte
Ladies.
-Si me ha llegado a meter en problemas, juro que le arrancare la cabeza.- Susurre antes de pasar.
La estancia si bien no era la más grande en el castillo, era una de las más confortables, los muebles de madera forrados en terciopelo rojo borgoña y el mueble equipado de libros de diferentes colores, tamaños y temas inundaban el lugar. El lugar estaba callado, para estar poblado por cuatro vampiros en el, claro que las miradas eran diferentes y la tensión en el aire era tan palpable como el frío tacto que tuvo Alec en romper el crudo silencio.
-Con todo mi respeto, Marcus, lo que me pides es totalmente imposible- Su mirada no apartaba de ver mi rostro reflejado en el espejo de la estancia, con una expresión como si estuviera apunto de querer meterse en un campo minado de cráteres.
-Es tu deber como Vulturi, en tan alto rango como el tuyo cumplir lo que se te ordene.- Por otro lado Marcus tenia un semblante tan relajado como si el peso de tristeza descomunal que siempre tenía, fuera retirado desde tiempos inmemorables.- Necesito hablar un asunto con Alec y Leyla en privado, si no es mucha la molestia, pido a los demás retirarse, Caius y Aro los esperan para el gran banquete.
Pascual, Casiopea y Danielle, salieron con un asentimiento.
-Me haces los honores, querido Alec.- Sonrió levemente, levantando una mano hacía mí, mientras que él, se giraba para poder verme de frente.
Resoplo disimuladamente, omitiendo el negarse- Marcus...- Vaciló.
-Marcus, ha estado investigando durante mucho tiempo, algunas cosas sobre tu familia- Se calló, analizando la forma de terminar el monologo sin irse por las ramas.- Tu hermana esta viva, Leyla.
Me tome un par de minutos para digerir las ultimas palabras, tal vez terminé por creer mis propias mentiras sobre lo que pudo haber sido un sueño o una visión. Fuere lo que fuere, Marcus no se lo había tragado, y había hurgado en aquella herida anestesiada.
-¿Por que?-
-La misma razón de la que aún estés aquí, es la misma razón por la que tome una iniciativa.- Junto sus manos, palma con palma, volviendo a tornar su rostro aburrido y sin importancia.
-Ve al grano, Marcus.-Su rostro le fue indiferente, Alec no quería hacer lo que fuese que el co-líder Vulturi le hubiera ordenado.
-Encontré lo que tanto buscas, y no lo niegues, Leyla, te vas por semanas sin decir a donde, Aro no puede descifrar tu mente, cada que tocan el tema te bloqueas.- Me rodeo quedando a mis espaldas, observando el lienzo de pintura vacío, con un marco de un material desconocido.
-¿Que es lo que busco? Según tú.-
-Esto- Saco de su capa un rollo de pergamino en estado critico, amarrado por una fina cinta de color borgoña. Tal como lo esperaba en sus manos tenía mi destino, la única forma de que la paciencia dentro de todo este tiempo adquiriera sentido.
Con un pequeño bolso en mano, me despido de Marcus, quien es el único que sabe hasta donde me dirijo, en la puerta ha de esperarme él, también lleva un bolso de mano consigo, paso de él y sigo caminando, agradezco es de madrugada, y acelero el paso al punto de llegar a la cabaña de partida, donde esta todo lo necesario en mi búsqueda.
-¿Que hay en el pergamino?- La curiosidad es algo que nunca vi venir de su parte.
-Nombres, direcciones, códigos El secreto de los Stones, para que mentirte, mi querido Alec.-Sonrío en su dirección y lo que observo me impacta. Una sonrisa de vuelta, más que otra cosa, es totalmente sincera.
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Holaaaaaaaaaa ¿Como estan todas? No me pude aguantar y cree este mini capitulo de re-inaguración para la pagina. Espero que les guste la trama, un besazo enorme!
Si les gusta haganmelo saber, comenten bellezas.
Mi twitter: @PatataEiffel
Por cierto, si alguna tiene una plantilla mas o menos bonita que pueda pasarmela para el blog (este) sería de gran ayuda, muchisimas gracias; Destiny Routh
